Ayer tenía todo planeado para levantarme y salir a entrevistar a los vendedores del semáforo de la Carrera 100. Tenía las preguntas ya pensadas y anotadas en un papel, cargué la batería de mi cámara el día anterior para grabar las entrevistas y puse la alarma para que me despertara a las 10:00 a.m. Cuando me levanté, pude sentir la lluvia que fluía sin parar. En ese momento me pregunté qué estaban haciendo ellos, ¿será que podrían seguir vendiendo con semejante aguacero? La lluvia es el enemigo. Ellos no trabajan en oficinas o establecimientos comerciales que tengan techo, su trabajo es en la calle. Decido salir rápidamente a observar cómo se mueven, si se han marchado o si tal vez siguen laborando en sus puestos. Paso en el carro y veo que algunos están sentados bajo un árbol con sus impermeables, otros se han resguardado cerca a un edificio y a un restaurante. Siguen con sus actividades, aunque el agua no permite que sus cuerpos sean igual de rápidos. Los pierdo de vista y me alejo. Vuelvo a mi casa a acostarme, mientras ellos batallan con el agua. Su trabajo requiere firmeza y persistencia. Ser vendedor informal es de pocos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario