Imagina que hoy sos alguien que no tiene obligaciones en tu vida pero que necesita de alguna manera tenerlas. Nadie te va a esperar en una oficina llena de individuos bien vestidos, en donde saludas a cada uno por su nombre y a cambio recibís un palmadita en la espalda. Hoy ningún jefe podrá exigirte que termines el reporte del mes. Tan solo estás vos reprochándole al mundo tu condición. Solo querés intentar comprender por qué se te cierran las puertas a donde quiera que vas, por qué te exigen tantas cosas que nadie nunca te pudo dar. Siempre te sacan en cara tu falta de preparación y el que no hallas podido terminar el colegio. Pero, ¿acaso alguien sabe que nunca quisiste dejar el colegio? Nadie se toma la molestia de preguntarte que ha pasado con tu vida. La única salida que ves es salir a la calle a esperar que cualquier cosa pase, a esperar que al menos una pequeña puerta se abra.
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