viernes, 5 de febrero de 2010

LA CIUDAD SOÑADA


Es para nosotros evidente e interesante hacer una consideración sobre la ciudad y su relación con lo estético; pues es necesario tratarla como un tema que muchas veces no se reflexiona de manera lógica sino que, más bien se presenta de un modo confuso y hasta incongruente. Tratar a la ciudad nos llevará a crearla y a organizarla de diferentes formas, por lo que la entenderemos desde lo real o lo ideal influidos por los matices estéticos. Este orden de construcciones exigirá que el ciudadano la vea y la explore, la intervenga y la conecte; es decir, que camine por ella y recorra sus diversas estructuras.

La ciudad necesita del ciudadano; necesita que él la controle y la transforme, y, que se apodere de ella como de él mismo. Cada ciudad será identificada como tal y tendrá un inmenso significado para el que intervenga en su organización y forma, de manera que la haga real. Así, el ciudadano crea los recuerdos de la ciudad y le da vigencia. Por eso es que cada vez que abandonamos este mundo la ciudad decide acompañarnos. En Chirico o en Zapata encontramos calles y relaciones que convierten la ciudad, exponiéndola desde su perspectiva más sensible. Pero, para esto, se ha necesitado viajar y caminar por ella pues de lo contrario perdería su toque real.

Esta ciudad real es a la misma vez ideal, desde el momento en que el ciudadano la observa y la hace suya. En ese instante la interviene y la siente; convirtiéndose ella en su objeto y él en el sujeto que la idealiza, la sueña, la materializa y la admira.

Aquel acto de intervención es fundamental en la creación de la ciudad. Demuestra la necesidad del ciudadano por poseerla y modificarla. Allí se refleja el recorrido que hace éste y el continuo movimiento que hay en ella. En la ciudad se imprime la esencia del ciudadano, su experiencia y sus recuerdos; evidenciándose una sensibilidad y una estética.

Vemos la ciudad en sus diferentes caras, en sus tonalidades fuertes y oscuras. Este rasgo engendrado desde nuestra experiencia, también nos ayuda a ver la ciudad real y la irreal. La primera está marcada por lo que vemos y conocemos, la segunda contiene lo que soñamos y esperamos recorrer. Pero en muchas ocasiones, el ciudadano no encuentra la manera de poseerla y no puede actuar en cada aspecto de ésta. Tendrá pues, la gran misión, de conectarla y dominarla hasta transformarla completamente.

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